Defendemos a ultranza los valores que dignifican al ser humano y que son universalmente considerados como buenos para el desarrollo y el progreso en todos los ámbitos, y orientamos acerca de la conveniencia de la práctica virtuosa ética sobre la base de estos.

Así, los valores de justicia y equidad; honestidad e integridad; humildad; respeto hacia los demás; compromiso; responsabilidad; generosidad para la integración, cohesión, colaboración y apoyo mutuo en el trabajo en equipo; empatía en el trato, lealtad; gratitud; autodisciplina; excelencia en el ser y hacer con esfuerzo persistente para el mejoramiento, acompañados del coraje para vivir y luchar.

El reconocido neurocientífico Srinivasan S. Pillay en su obra Your brain and business: The neuroscience of great leaders (2011) afirma que: “La práctica o no de las virtudes por los líderes, basadas en valores fundamentales universales, impacta en la cooperación y en la productividad”; puesto que: “Afectan el sistema de la recompensa, la motivación y el cerebro emocional”.

Los valores deben ser definidos para practicarlos y no para simplemente enmarcarlos decorativamente, puesto que son la brújula que guía conductas y los cimientos en que se sustenta la empresa.

En suma, son el sistema inmune empresarial para combatir y erradicar los liderazgos tóxicos que destruyen la convivencia y dañan significativamente los resultados empresariales.